martes, 4 de enero de 2011

UNA CALLE, UNA HISTORIA

 

Hoy quisiera hablarles de la calle principal del barrio donde vivo.
Esta vía no es una de las calles Caballeros, Xátiva o Cirilo Amorós, que aglutinan la mejor arquitectura de esta capital.
La calle que motiva este texto está en la orilla izquierda del rio Turia, y tiene, en su entorno, diversos lugares dignos de citar.
A la izquierda el Convento de la Trinidad. A la derecha el Museo de San Pío Quinto.
Con este par de ejemplos esta vía puede estar orgullosa del legado histórico que alberga.
Pero en una calle es asimismo la vida de las gentes, las actividades, los edificios y algunas anécdotas de la vida cotidiana.
El Convento de la Trinidad es de clausura, tiene pocas monjas, celebra misa los domingos y el edificio está cerrado a cal y canto. Salvo las religiosas, nadie disfruta del magnífico claustro gótico del edificio.
El Museo de San Pio Quinto es la segunda pinacoteca de España. Su legado recorre cinco siglos de historia. Y excelentes cuadros de Juan de Juanes, José Ribera, Francisco Goya, Vicente López y los valencianos Sorolla, Pinazo y Muñoz Degrain y, !cómo no! el escultor Mariano Benlliure. Pero lleva un año sin Director y varios años de retraso en finalizar sus obras. En fin, litigios politicos entre el centro y la periferia que sufrimos todos los ciudadanos.
Cuento estas historias pues una urbe no es sólo sus edificios sino el devenir diario de su contexto.
Y una via pública en cuyos aledaños vivieron los artistas José Renau y Manuela Ballester y tuvo en la guerra civil la Embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es un lugar que tiene su propia historia.
El núcleo de artistas que pasaron por estos lares es significativo: Miguel Calatayud, Carmen Calvo, Rafael Marti Quinto y Eva Mus, por residencia y Daniel Canogar, Ana Prada y Manuel Saez, por exposiciones. En esta calle estuvo, hay que recordarlo, los ùltimos cinco años, la Sala Parpalló de la Diputación de Valencia. Una de las salas mas emblemáticas de la historia artística local de los últimos 25 años.
Como un espacio público tiene el perfil de las gentes que viven he de confesarles que en una de las viviendas baratas, de los años treinta, del arquitecto Borso di Carminati, residió uno de los asaltantes a la mansion mexicana de León Trotsky.  Vivió muchos años en el anonimato. Como disciplinado militante estalinista.
Una via pública que alberga dos conventos y tres iglesias y varias comunidades como la china, árabe y paquistaní, puede despertar la curiosidad de cualquier ciudadano.
Una vez se cayò una vecina de un quinto piso y otra vez asaltaron a tiros una sucursal bancaria.
Por cierto con la crisis financiera que tenemos encima, cómo se explica que esta calle tenga media docena de sucursales bancarias.
Porque no les había dicho, todavía, que en esta calle está el Convento de las Canónigas de la Orden de Cristóbal. Otro lugar de clausura. Media docena de monjas, una iglesia y un hermoso huerto, protegido por un muro, sólo visible desde las terrazas colindantes. Un huerto, por cierto, que tiene unos limones jugosos que, las monjas, regalan de vez en cuando a los feligreses y viandantes, como el autor de estas líneas.
Como todo lugar que se precie, de  gran afluencia humana, esta calle tiene un Instituto de Enseñanza Media y unas Escuelas Públicas. Estas últimas, construidas en los tiempos de Franco, conservan todavía la rotulacion sexista de Escuela para Niños y Escuela para Niñas.
Esta calle, cuenta, asimismo con diversos bares y un par de Restaurantes. !Qué casualidad! Uno chino y otro árabe. Mas concretamente uno pequinés y otro libanés.
Y...como remate final dos complejos comerciales de alimentacion: Consum y Mercadona.
Ya ven, en este trazado urbano, hay de todo, pero no les he hablado, todavía, de sus fiestas.
Tenemos dos celebraciones singulares: la fiesta de Sant Cristófol y la fiesta de San José.
La primera fiesta tiene un cariz religioso y pasacalle de todo tipo de automóviles que reciben, cada año las bendición eclesial.
Le segunda fiesta  de raigambre más popular arropa a un par de agrupaciones falleras, con sus ruidosas "despertás", "pasaclles" y "mascletás" hasta el fuego final de los monumentos artìsticos el 19 de Marzo.
Todas estas pequeñas historias corresponden a la Calle Alboraya, una via pública entre el Cronista Rivelles y Primado Reig, con un Centro de Salud por medio y el prestigioso Instituto Benlliure a mitad de trazado de esta peculiar calle valenciana.

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