La historia de mas de medio siglo de mi vida ha estado perfilada por un continuo periplo urbano. Hijo de un militar vivì gran parte de mi vida de un lado para otro. Allà donde destinaban a mi padre -- originario del Norte de Africa -- ibamos detràs toda la familia. Incluida, claro esta, mi madre, "ama de casa" de profesiòn. La historia, en sus inicios, arranca de Melilla, sigue en Larache, recala en Tanger y Ceuta, pasa por Càdiz y tras una etapa en Barbastro, fiiquita en Valencia.
La llegada a la capital valenciana no pudo ser mas acertada: el año de la riada. Mil novecientos cincuenta y siete.
Este continuo deambular de una urbe a otra supuso inocular a mi vida un sentimiento positivo por el viaje y un sentimiento negativo hacia el arraigo.
En cierto modo sòlo soy un tuareg con perfil cristiano.
El nomadismo supone colegios distintos, amigos dispares y las maletas siempre hechas.
Asi era, en otros tiempos, la vida de muchos funcionarios y sus familias que, cada cierto tiempo tenian que cambiar de plaza.
Los destinos de los funcionarios no eran ciudades sino plazas. Plazas militares, claro està.
Esa idiosincrasia nòmada marcò el resto de mi vida, al menos, desde que inicié mis estudios universitarios, hasta el ùltimo viaje, hace apenas unos meses.
Al cabo de los años entendi que el "leit motiv" de mi vida pasaba por las estaciones de autobuses, los aeropuertos y las estaciones de trenes.
Un amigo de juventud, el pintor Manuel Valdés, solia decir que la cultura artistica empezaba en la Estacion del Norte. Venia a recordarnos que la "alta cultura" habia que buscarla siempre fuera. Tomando el tren, claro està.
La Estacion del Norte, es uno de los pocos ejemplos de la arquitectura modernista que ha sobrevivido al paso de los tiempos. La hizo el arquitecto Demetri Ribes. Al paso de los años conserva una esbelta fachada con bellos motivos regionalistas, un hall con antiguas taquillas de madera de fino trabajo de ebanista, pilares modernistas con remates barrocos y una estructura metàlica propia de la arquitectura industrial del siglo pasado.
Esa pasion por el viaje empezò a Alemania en auto-stop, a Paris en autobus y a Nice, en avion. La ruta posiguiò por Aix-en-Provence, Toulouse, Poitiers, Amiens, Bruxelles y Dusseldorf.
Son las ciudades de los sesenta.
Luego regresé a Paris y descubri con Carmen la Italia culta y popular: Milan, Roma y Napoles.
Son las urbes de los setenta.
En aquellos tiempos la mùsica popular italiana, tras los ecos historicos del Bella Ciao, tenia como protagonistas a Fabrizio de André, Lucio Dalla y Francesco di Gregori.
En aquellos tiempos la mùsica popular francesa tenia como protagonistas a Francoise Hardy, Jonnie Halliday y Silvie Vartan.
Aqui viviamos al ritmo de la "nova cancò", es decir aquellas baladas de Maria del Mar Bonet, Joan Manuel Serrat y Raimon.
El paso siguiente fue cruzar el Atlantico. Volver a las Américas.
Pero esa, es, otra historia.
Qué curioso, inicias el periplo en el Norte de Africa y tardas medio siglo en regresar al continente de origen.
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