Valencia 1 Febrero 2011
Para Jorge Renau
Por las mismas fechas que el Coronel Tejero entraba en el Congreso de los Diputados me concedieron una beca en México. Tras las huellas de Siquieiros y Renau me fui un año a ese paìs. Con un telegrama bajo el brazo y mil dòlares en el bolsillo llegaba al aeropuerto de Benito Juàrez. Nadie me esperaba. Pernoctè en un hotel que, años màs tarde, cayò en pedazos por culpa de un temblor.
Becario de la Secretaria de Relaciones Exteriores, pronto supe que ganaba 8.500 pesos, tenia un credencial acadèmico y debia presentarme, junto al Auditorio Nacional, a inicios de cada mes. El montante del cheque daba para quince dias y poco màs. Asì pues, empecè a buscar trabajo y alojamiento. La familia Ballester-Gaos-Renau me resolviò la cuestiòn en un santiamén. Me alojaron en el apartamento de Jorge Renau. Uno de los nietos de José Renau.
Apenas tres dias despues de mi aterrizaje en esa gran ciudad me percatè que vivìa en el centro, a unos metros de la Embajada de Norteamèrica, la Zona rosa y el Samborns del Angel de la Independencia. ¿Podìa pedir màs? La colonia de Cuauhtémoc fue mi lugar de residencia hasta que me trasladé a otro barrio.
Jorge era ingeniero y realizador de videos de publicidad. Acababa de separarse. Vivìa entonces solo. Pronto hicimos amistad y conocì a sus amigos.
A inicios de los ochenta la ciudad tendrìa unos 12 millones de habitantes, un centenar de barrios y un eje vial que cruzaba la urbe de norte a sur. Fue entonces cuando descubrì los "bochos" verdes, las "combis" colectivas y el metro mas limpio de América Latina.
Por entonces supe lo que era el "smog", una especie de neblina grisàcea irrespirable que cubrìa, dìa a dìa la ciudad. La circulaciòn, mañana, tarde y noche, de varios millones de coches, producìa esa contaminaciòn urbana.
Algunas noches ìbamos al Teatro La Blanquita, a bailar con "ficheras" en la Colonia Roma o a comer "tacos" en la Colonia Condesa.
Jorge llevaba un vida algo licenciosa. De eso se contagia cualquiera. Creo, que nos divertimos un poco, rodeados de mota, peyote y hongos. Y alguna pasiòn terrenal incluida.
Gracias a las excursiones domincales conocì Cuernavaca, subì al Tepozteco y comimos en el Casino de la Selva, cuyo restaurante habia pintado Renau. Guardo fotos de entonces en el Ajusco, Tepoztlan y Cuautla, donde aparecen Ambra y Xochitl, amigas para el resto de la vida.
Los recuerdos que conservo como becario en México son imborrables. Ser becario en el extranjero, te marca para el resto de la vida.
Ese año en la capital mexicana, conocì a Carlos Monsivais, Vicente Rojo y Cardoza y Aragòn, dì una conferencia en el Palacio de Minerìa y me entrevistò en el Canal Trece, Raquel Tibol.
Ese año inicié una ruta azteca que ha durado màs de tres décadas. Quedé vinculado a México para siempre.
A veces, me digo que soy màs "chilango" que el pulque.
Al cabo de unos meses me trasladé a la Colonia Condesa, a casa de las Hermanas Pecanins pero, esa, es otra historia.
lunes, 31 de enero de 2011
EL CASTILLO DE SAN SEBASTIÀN
Lunes 31 de enero de 2011
EL CASTILLO DE SAN SEBASTIÀN
De niño vivì dentro del mar y no era un barco.
¿Donde viví?
¿Donde viví?
Esa pregunta se la he hecho a muchos amigos y nadie acertaba la respuesta. La incògnita, para cualquier ciudadano de la urbe de Càdiz, tenìa fàcil soluciòn: el Castillo de San Sebastiàn.
Càdiz, una de las siete capitales de provincia de la comunidad andaluza, tiene algunos privilegios respecto al resto de las ciudades del sur de España: es puerto de mar, tiene unos carnavales de raigambre popular y particular salero y además puede presumir de tener dos castillos en el mar.
Los dos castillos, como una pareja bien avenida, comparten el Océano Atlántico, estàn junto a la playa de la Caleta y tienen nombre de santo y santa. Ademàs han tenido, durante un tiempo, funciones distintas: uno càrcel militar y otro fortìn militar. Les hablo, claro està del Castillo de Santa Catalina y el Castillo de San Sebastiàn.
Sobre este ùltimo recordaré algunos aspectos de su historia. Segùn la leyenda, esta fortaleza marìtima y militar, està asentada en una pequeña isla que fue, en su origen, templo griego de Kronos, luego torre-atalaya musulmana y desde el siglo quince ermita de advocaciòn a San Sebastiàn. La construcciòn del castillo tiene fecha de 1706, el faro interior, de 41 metros de altura, lo construyò Rafael de la Cerda en 1908 y desde 1860 cuenta con un malecòn que une el islote a la ciudad por la puerta de la Caleta gaditana.
Por las mismas fechas que fue declarado "bien de interès cultural", el teniente del Ejército español, Luis Garcìa Rodriguez, fue destinando a la plaza militar ubicada en el Castillo de San Sebastiàn. Parte de mi niñez, junto a mis hermanos, transcurriò pues en ese lugar estatègico de la defensa de la ciudad de Càdiz. En el àlbum familiar, de tapas rojas oscuras y cartulinas negras donde se fijaban con esquineras las fotografìas, se conservan algunas secuencias de nuestra estancia en aquel destacamento militar. Una de esas fotos es singular pues aparecen mis hermanos como unos desarrapados del siglo diecinueve. Fueron figurantes de un filme de aventuras: "Los ùltimos de Filipinas", rodada en el Casillo de San Sebastiàn. Años màs tarde, se rodarìan en ese mismo lugar pelìculas sobre historias de James Bond o el Capitan Alatriste.
Por las mismas fechas que fue declarado "bien de interès cultural", el teniente del Ejército español, Luis Garcìa Rodriguez, fue destinando a la plaza militar ubicada en el Castillo de San Sebastiàn. Parte de mi niñez, junto a mis hermanos, transcurriò pues en ese lugar estatègico de la defensa de la ciudad de Càdiz. En el àlbum familiar, de tapas rojas oscuras y cartulinas negras donde se fijaban con esquineras las fotografìas, se conservan algunas secuencias de nuestra estancia en aquel destacamento militar. Una de esas fotos es singular pues aparecen mis hermanos como unos desarrapados del siglo diecinueve. Fueron figurantes de un filme de aventuras: "Los ùltimos de Filipinas", rodada en el Casillo de San Sebastiàn. Años màs tarde, se rodarìan en ese mismo lugar pelìculas sobre historias de James Bond o el Capitan Alatriste.
Nacì en el Mediterràneo, vivì en la costa marroquì de Larache y pasé una feliz niñez en el Atlàntico andaluz.
Ahora entiendo lo que siento al pasear por algunos de los malecones de La Habana, San Juan de Puerto Rico o Veracruz.
martes, 25 de enero de 2011
HISTORIAS URBANAS: BUENOS AIRES (VI)
Valencia 26 Enero 2011
Para los amigos Bocelli, Raponi y Pons
Regresar, de nuevo, a Buenos Aires con un taller de videoarte, en la Primavera de 2008, fue màs complicado de lo previsto, pues un pequeño accidente, al subir a un autobús, en Valencia, con lesión en una rodilla, me privó del viaje programado a la Repùblica Argentina.
Pese a este incidente, los buenos oficios de Lidia Blanco y Grata Taquini, me permitieron presentar "Las ciudades invisibles" (2008), unos meses màs tarde, en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de Buenos Aires.
En esa ocasiòn me alojè en el Hotel Bel Air, cercano al Espacio Fundaciòn de Telefònica, a la nueva sede del Centro Cultural de España y a la vivienda de la artista Marta Menujin, a quien habìa conocido en una fiesta en casa del Presidente de la Feria de Arteba en el 1999.
La obra de Marta Menujin me era familiar por una instalaciòn de paquetes de cafè en la Bienal de Porto Alegre. Una obra espectacular. Un "work in progress" pues el pueblo brasileño de Rio Grande do Sul, iba hasta la sede de la bienal y se llevaba el paquete de cafè gratuito al alcance de todo espectador. Una idea ingeniosa de la artista de autèntica utilidad pùblica.
Marta, que ha hecho muchas y originales instalaciones al aire libre de gran impacto, expone ahora en el Museo de Arte Latinoamercano de Buenos Aires.
El Hotel Bel Air, al que volvì cuando gestionè la participaciòn de artistas argentinos en "Nostalgia de futuro" (2008), es un tres estrellas, muy bien acondicionado, excelente desayuno, bar de copas, precio razonable y cerca de un parque y de una libreria de viejo El Incunable, que recomiendo a todo bibliòfilo.
En ese viaje coincidì en el Hotel con el profesor Nel Diago y varios colegas expertos en teatro latinoamericano, con los que comparti alguna comida, acudì a alguna de sus charlas y nos divertimos un rato contando historias viajeras.
La sesiòn de videos en la Universidad de Buenos Aires fue concurrida y los profesores Boselli y Raponi me atendieron tan bien que terminamos cenando en su solariega casa en el càlido y acogedor Barrio de Palermo.
En ese viaje conocì, por recomendacion de Grata, a la profesora Andrea Giunta, historiadora del arte que participò en "Nostalgia de futuro", seleccionando a artistas argentinos del nivel de Adolfo Nigro, Magdalena Jitrik y Leòn Ferrari que, un año màs tarde recibirìa el premio de la Bienal de Venecia.
Los vinculos culturales con Buenos Aires iban, paso a paso, avanzando.
Han pasado ya diez años del primer viaje. Ya me siento algo familiarizado con una ciudad que, como cuento a veces, con cierta sorna, a veces me parece un "barrio parisino, lleno de italianos y gallegos, con acento uruguayo". Bueno... esto lo digo en broma pues a los porteños no creo que les haga mucha gracia este juicio de valor de andar por casa.
Hay una pequeña historia, sin embargo que nunca he contado. Es la vida publica eròtica de algunos argentinos. Ni màs ni menos que cualquier gran ciudad latinoamericana, pero con una peculiaridad: la oferta de sexo se hace, curiosamente, en las cabinas al aire libre, de Telecom o Telefònica a través de unos anuncios, tamaño tarjeta, impresos en papel de fotocopia y bajo gramaje, con reproducción fotográfica incluida. Los pequeños anuncios, anexos a los telèfonos, muestran una oferta muy variada y precios razonables. Pero de esa historia curiosa porteña lo que más me interersó fue la literatura. Darè algunos ejemplos de la oferta sexual bonaerense, vigente hasta hoy en dia, en papeles blancos, rosas y azules:
"Flaca relinda real"; "Madurita audaz. te espera, ¿te animas?", "Señorita de primer nivel: bucal c/s, lesbianismo, colita full, frigobar, ambiente climatizado", "¿Te vas a perder esta cola?, venite, no te arrepentiràs".
Por el signo de los precios el servicio oscila entre 20 y 30 dòlares salvo Tamara, una flaca relinda real, solita en su apartamento, que ofrecìa a 15 el bucal y 25 el completo. Todo eso en la Calle Tucumàn, 1567, 1° piso, departamento 9, en Buenos Aires, telèfono: 43721427.
Hasta aquì la oferta nacional. Prosigue la oferta internacional.
"Paraguayita, hot!!!", "Morochas caribeñas", "Brasileras, paraguayas y argentinas".
Ah!, ¿Pero creian que me estaba inventando esta historia? Pues no, es tal como la expongo. Una oferta privada, a domicilio y hoteles. ¿quien da màs?
Quizàs, una historia como esta, pueda interesarle al "cavaliere" en su Pròxima visita a la orilla sur del Rio de la Plata.
Para los amigos Bocelli, Raponi y Pons
Regresar, de nuevo, a Buenos Aires con un taller de videoarte, en la Primavera de 2008, fue màs complicado de lo previsto, pues un pequeño accidente, al subir a un autobús, en Valencia, con lesión en una rodilla, me privó del viaje programado a la Repùblica Argentina.
Pese a este incidente, los buenos oficios de Lidia Blanco y Grata Taquini, me permitieron presentar "Las ciudades invisibles" (2008), unos meses màs tarde, en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de Buenos Aires.
En esa ocasiòn me alojè en el Hotel Bel Air, cercano al Espacio Fundaciòn de Telefònica, a la nueva sede del Centro Cultural de España y a la vivienda de la artista Marta Menujin, a quien habìa conocido en una fiesta en casa del Presidente de la Feria de Arteba en el 1999.
La obra de Marta Menujin me era familiar por una instalaciòn de paquetes de cafè en la Bienal de Porto Alegre. Una obra espectacular. Un "work in progress" pues el pueblo brasileño de Rio Grande do Sul, iba hasta la sede de la bienal y se llevaba el paquete de cafè gratuito al alcance de todo espectador. Una idea ingeniosa de la artista de autèntica utilidad pùblica.
Marta, que ha hecho muchas y originales instalaciones al aire libre de gran impacto, expone ahora en el Museo de Arte Latinoamercano de Buenos Aires.
El Hotel Bel Air, al que volvì cuando gestionè la participaciòn de artistas argentinos en "Nostalgia de futuro" (2008), es un tres estrellas, muy bien acondicionado, excelente desayuno, bar de copas, precio razonable y cerca de un parque y de una libreria de viejo El Incunable, que recomiendo a todo bibliòfilo.
En ese viaje coincidì en el Hotel con el profesor Nel Diago y varios colegas expertos en teatro latinoamericano, con los que comparti alguna comida, acudì a alguna de sus charlas y nos divertimos un rato contando historias viajeras.
La sesiòn de videos en la Universidad de Buenos Aires fue concurrida y los profesores Boselli y Raponi me atendieron tan bien que terminamos cenando en su solariega casa en el càlido y acogedor Barrio de Palermo.
En ese viaje conocì, por recomendacion de Grata, a la profesora Andrea Giunta, historiadora del arte que participò en "Nostalgia de futuro", seleccionando a artistas argentinos del nivel de Adolfo Nigro, Magdalena Jitrik y Leòn Ferrari que, un año màs tarde recibirìa el premio de la Bienal de Venecia.
Los vinculos culturales con Buenos Aires iban, paso a paso, avanzando.
Han pasado ya diez años del primer viaje. Ya me siento algo familiarizado con una ciudad que, como cuento a veces, con cierta sorna, a veces me parece un "barrio parisino, lleno de italianos y gallegos, con acento uruguayo". Bueno... esto lo digo en broma pues a los porteños no creo que les haga mucha gracia este juicio de valor de andar por casa.
Hay una pequeña historia, sin embargo que nunca he contado. Es la vida publica eròtica de algunos argentinos. Ni màs ni menos que cualquier gran ciudad latinoamericana, pero con una peculiaridad: la oferta de sexo se hace, curiosamente, en las cabinas al aire libre, de Telecom o Telefònica a través de unos anuncios, tamaño tarjeta, impresos en papel de fotocopia y bajo gramaje, con reproducción fotográfica incluida. Los pequeños anuncios, anexos a los telèfonos, muestran una oferta muy variada y precios razonables. Pero de esa historia curiosa porteña lo que más me interersó fue la literatura. Darè algunos ejemplos de la oferta sexual bonaerense, vigente hasta hoy en dia, en papeles blancos, rosas y azules:
"Flaca relinda real"; "Madurita audaz. te espera, ¿te animas?", "Señorita de primer nivel: bucal c/s, lesbianismo, colita full, frigobar, ambiente climatizado", "¿Te vas a perder esta cola?, venite, no te arrepentiràs".
Por el signo de los precios el servicio oscila entre 20 y 30 dòlares salvo Tamara, una flaca relinda real, solita en su apartamento, que ofrecìa a 15 el bucal y 25 el completo. Todo eso en la Calle Tucumàn, 1567, 1° piso, departamento 9, en Buenos Aires, telèfono: 43721427.
Hasta aquì la oferta nacional. Prosigue la oferta internacional.
"Paraguayita, hot!!!", "Morochas caribeñas", "Brasileras, paraguayas y argentinas".
Ah!, ¿Pero creian que me estaba inventando esta historia? Pues no, es tal como la expongo. Una oferta privada, a domicilio y hoteles. ¿quien da màs?
Quizàs, una historia como esta, pueda interesarle al "cavaliere" en su Pròxima visita a la orilla sur del Rio de la Plata.
HISTORIAS URBANAS: BUENOS AIRES (V)
Valencia 26 Enero 2011
Para Graciela Taquini
El regreso a Buenos Aires, unos años despuès, del primer viaje, fue muy satisfactorio, pues estuve invitado por los Centros Culturales de España en Buenos Aires y en Còrdoba.
Presentè un taller de video sobre "Las ciudades invisibles"(2007), en el Espacio de la Fundaciòn Telefònica y otro sobre "Miradas de mujer" (2007) en el Centro Cultural General San Martin de las capital porteña.
Ese viaje me permitiò comocer a la videoartista Graciela Taquini, que ejerciò de anfitriona y me contactò con diversos artistas del video como Marta Ares, Gabriela Golder, Ricardo Pons, etc.
Aùn recuerdo bien ese domingo soleado que fuimos a comer en el Club de Pescadores de Buenos Aires, acompañado de Graciela y amigos. Ese club, en la Costanera Norte y a orillas del Rìo de la Plata, està ubicado en un edificio de influencia inglesa, torre central y unos 500 metros de muelle, en la frontera natural de Argentina y Uruguay con una vista, al atardecer, del Rio de la Plata, dignos de disfrutar.
Alli tuve experiencias artìsticas distintas.
En el Centro Cultural San Martin presentè "Miradas de mujer", dentro de un programa màs amplio. El proyecto lo coordinaba Graciela.
En el Espacio de la Fundaciòn Telefònica, que coordinaba Alexandra d`Elia, mostrè "Las ciudades invisibles". Este centro, fue promotor de proyectos de "Arte y Nuevas Teconologìas" y allì descubrì videoartistas, para mì, inèditos como Gustavo Galuppo, Daniela Muttis, Julieta Hanono, Florencia Levy, etc. Recuerdo, con fruicciòn especial, la proyecciòn del video "Sweetheart" (2007) de Gustavo Galuppo, una de las joyas del videoarte argentino.
Estos pryectos coontaron con la cobertura de Lidia Blanco, directora del Centro Cultural de España en Buenos Aires. A Lidia la conocia de la Casa de América de España y como gestora cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores. Moderna, eficaz y con buen gusto. Ahora creo que està destinada en Cartagena de las Indias.
Como anècdota puedo contar que, cerca del Hotel Dazzler Tower, donde me alojaba, descubrì un restaurante de asturianos, donde degusté buenas carnes, mejores vinos y unos panqueques dulces de postre para resucitar a un muerto. Por cierto, ese bar, tenia una puerta lateral para la venta de empanadas al pùblico. Bueno, si se trata de comer empanadas sabrosas, no tengo màs remedio que recomendar el restaurante El Sanjuanino que goza de prestigio en esa capital.
Ese viaje fue de exploraciòn de la escena plàstica argentina tanto en sus museos, como galerias, amèn de las visitas a videoartistas. Recuerdo que un dia Grata me llevò a las afueras de Buenos Aires donde visitamos un Taller de artistas alternativos. Grata, como es conocida y estimada, en la escena artistica porteña, conoce todos los recovecos del videoarte bonaerense. Conservo una foto suya, en la patio de La Recoleta, digna de mostrar algùn dìa.
Gracias a la labor de criticos de arte como Rodrigo Alonso, Laura Buccellato, Jorge La Ferla y Graciela Taquini, hoy conocemos mejor la videocreaciòn argentina.
La segunda parte del viaje me permitò ir al Noroeste del paìs, es decir a Còrdoba. Una tranquila ciudad de provincias con un Centro Cultural de España muy càlido, edificio de singular arquitectura y bastante prestigio en la ciudad.
De Còrdoba me traje varios recuerdos. Un restaurante con una deliciosa comida y selecciòn de vinos tintos de gran calidad. Un encuentro con el fotògrafo guatemalteco Luis Gonzàlez Palma que, para mi sorpresa, vivia desde hacìa unos años en la altiplanicie de Còrdoba. Y la imagen de una calle, en el centro mismo de la ciudad, adornada con fotos de las vìctimas -- muertos, torturados, desaparecidos -- de la dictadura militar argentina.
La sombra alargada del terrorismo de Estado habìa llegado a todos los rincones argentinos.
En el centro hispano, aparte de los buenos oficios de la coordinadora cultural, descubri un diseñador gràfico de una modernidad insuperable. El autor, cuyo nombre no recuerdo, habia hecho de la disparidad formal, la razòn de ser de su obra. De esta manera los papeles impresos del centro español se distinguìan por la estètica irregular y colorista de sus propuestas.
Creo que en ese viaje crucè el Rio de la Plata en aviòn hasta Montevideo. Pero esa es, evidentemente, otra historia.
Para Graciela Taquini
El regreso a Buenos Aires, unos años despuès, del primer viaje, fue muy satisfactorio, pues estuve invitado por los Centros Culturales de España en Buenos Aires y en Còrdoba.
Presentè un taller de video sobre "Las ciudades invisibles"(2007), en el Espacio de la Fundaciòn Telefònica y otro sobre "Miradas de mujer" (2007) en el Centro Cultural General San Martin de las capital porteña.
Ese viaje me permitiò comocer a la videoartista Graciela Taquini, que ejerciò de anfitriona y me contactò con diversos artistas del video como Marta Ares, Gabriela Golder, Ricardo Pons, etc.
Aùn recuerdo bien ese domingo soleado que fuimos a comer en el Club de Pescadores de Buenos Aires, acompañado de Graciela y amigos. Ese club, en la Costanera Norte y a orillas del Rìo de la Plata, està ubicado en un edificio de influencia inglesa, torre central y unos 500 metros de muelle, en la frontera natural de Argentina y Uruguay con una vista, al atardecer, del Rio de la Plata, dignos de disfrutar.
Alli tuve experiencias artìsticas distintas.
En el Centro Cultural San Martin presentè "Miradas de mujer", dentro de un programa màs amplio. El proyecto lo coordinaba Graciela.
En el Espacio de la Fundaciòn Telefònica, que coordinaba Alexandra d`Elia, mostrè "Las ciudades invisibles". Este centro, fue promotor de proyectos de "Arte y Nuevas Teconologìas" y allì descubrì videoartistas, para mì, inèditos como Gustavo Galuppo, Daniela Muttis, Julieta Hanono, Florencia Levy, etc. Recuerdo, con fruicciòn especial, la proyecciòn del video "Sweetheart" (2007) de Gustavo Galuppo, una de las joyas del videoarte argentino.
Estos pryectos coontaron con la cobertura de Lidia Blanco, directora del Centro Cultural de España en Buenos Aires. A Lidia la conocia de la Casa de América de España y como gestora cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores. Moderna, eficaz y con buen gusto. Ahora creo que està destinada en Cartagena de las Indias.
Como anècdota puedo contar que, cerca del Hotel Dazzler Tower, donde me alojaba, descubrì un restaurante de asturianos, donde degusté buenas carnes, mejores vinos y unos panqueques dulces de postre para resucitar a un muerto. Por cierto, ese bar, tenia una puerta lateral para la venta de empanadas al pùblico. Bueno, si se trata de comer empanadas sabrosas, no tengo màs remedio que recomendar el restaurante El Sanjuanino que goza de prestigio en esa capital.
Ese viaje fue de exploraciòn de la escena plàstica argentina tanto en sus museos, como galerias, amèn de las visitas a videoartistas. Recuerdo que un dia Grata me llevò a las afueras de Buenos Aires donde visitamos un Taller de artistas alternativos. Grata, como es conocida y estimada, en la escena artistica porteña, conoce todos los recovecos del videoarte bonaerense. Conservo una foto suya, en la patio de La Recoleta, digna de mostrar algùn dìa.
Gracias a la labor de criticos de arte como Rodrigo Alonso, Laura Buccellato, Jorge La Ferla y Graciela Taquini, hoy conocemos mejor la videocreaciòn argentina.
La segunda parte del viaje me permitò ir al Noroeste del paìs, es decir a Còrdoba. Una tranquila ciudad de provincias con un Centro Cultural de España muy càlido, edificio de singular arquitectura y bastante prestigio en la ciudad.
De Còrdoba me traje varios recuerdos. Un restaurante con una deliciosa comida y selecciòn de vinos tintos de gran calidad. Un encuentro con el fotògrafo guatemalteco Luis Gonzàlez Palma que, para mi sorpresa, vivia desde hacìa unos años en la altiplanicie de Còrdoba. Y la imagen de una calle, en el centro mismo de la ciudad, adornada con fotos de las vìctimas -- muertos, torturados, desaparecidos -- de la dictadura militar argentina.
La sombra alargada del terrorismo de Estado habìa llegado a todos los rincones argentinos.
En el centro hispano, aparte de los buenos oficios de la coordinadora cultural, descubri un diseñador gràfico de una modernidad insuperable. El autor, cuyo nombre no recuerdo, habia hecho de la disparidad formal, la razòn de ser de su obra. De esta manera los papeles impresos del centro español se distinguìan por la estètica irregular y colorista de sus propuestas.
Creo que en ese viaje crucè el Rio de la Plata en aviòn hasta Montevideo. Pero esa es, evidentemente, otra historia.
HISTORIAS URBANAS: BUENOS AIRES (IV)
Valencia 26 Enero 2011
Para mis amigos porteños
Al cabo de los años he visitado en tres ocasiones Buenos Aires. Primero con una exposiciòn de Juan Genovès (1999). Luego con un Taller de videoarte (2007). Finalmente para devolver las obras de la muestra "Nostalgia de futuro" (2010).
La primera vez iba con el Consorcio de Museos, en los años que Consuelo Cìscar promovia la cultura valenciana por medio mundo y en particular Amèrica Latina. La comitiva de artistas y funcionarios valencianos superàbamos la docena de personas y la experiencia viajera tuvo sus luces y sus sombras.
Luces consecuencia de la calidad de la exposiciòn "Secuencias y Sueños" (1999) de Genovès y excelente recepciòn de pùblico y prensa.
Sombras por algùn encontronazo con el entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, Jorge Glusberg, particular personaje de la escena artìstica argentina.
En la capital porteña nos encontramos un dìa con el escultor Miquel Navarro que itineraba su obra por la escena museìstica latinoamericana.
Con la comitiva valenciana viajaban, asimismo, los artistas Uiso Alemany, Natividad Navalòn, Vicente Peris, Ramòn de Soto y Jose-Marìa Yturralde.Y, al frente de todos ellos, Consuelo Ciscar como responsable del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana.
Como anècdotas del viaje recuerdo que un dia unos artistas nos pidieron a Genovès y a mi que firmaramos una Carta en defensa de Consuelo Ciscar, de lo que nos abstuvimos y otro dia los pintores Uiso Alemany y Vicente Peris, no muy sobrios, armaron un escàndalo en el hotel, pintando con spray la habitaciòn donde se alojaban.
Curiosas historias del extraño mundillo del arte con sus extravagancias "sui generis". Por una parte el perfil de arte y polìtica y por otra parte el perfil de arte y bohemia.
A decir verdad de donde procedìamos Genovès y yo esas pràcticas nos eran extrañas.
En otro orden de cosas el viaje nos permitiò descubrir algunos rincones inolvidables de esa hermosa ciudad como el cementerio, centro cultural y jardines de la Recoleta; la excelente colecciòn històrica del Museo Nacional de Bellas Artes y el barrio tìpico de San Telmo, con sus anticuarios y bazar dominical.
Hablar de Buenos Aires, en tèrminos culturales, es hablar de infinidad de teatros y de librerias.
Hablar de Buenos Aires es tambièn hablar de carnes a la parrilla, empanadas deliciosas y vinos de Mendoza y la Patagonia que poco tienen que envidiar a los caldos mediterràneos.
Aquel viaje, con un simposio internacional de arte incluido, me permitiò conocer a algunos protagonistas històricos de la fotografia argentina como Anne Marie Heindrich, Sara Facio y Marcos Lòpez. Tres maneras distintas de entender la fotografìa: el retrato, el reportaje y la estètica pop. Creo que entonces, ya habian fallecido Horacio Coppola y Grete Stern, los grandes creadores de la fotografia argentina del siglo veinte.
Las imàgenes de Horacio Coppola del Buenos Aires de los años treinta que, un dia, se exhibieron en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, son un crisol del carisma de esa ciudad. Una urbe que, en algunos barrios, recuerda la capital francesa. Una urbe que, en el barrio de Palermo, recuerda la capital mexicana. Donde Buenos Aires tiene un perfil popular indiscutible en en el barrio de la Boca, porteño, castizo y futbolero.
Pero ese viaje me brindò otra oportunidad: conocer y entrevistar en su estudio de San Telmo, al artista conceptual argentino Oscar Bony. El testimonio està impreso en la revista "Làpiz" (2000). Alto, fuerte y gesto duro, me enseõ aslgunas de sus obras e incluso la pistola que utilizasba para disparar sobre sus autorretratos. Unos años màs tarde, algunas de las obras que descubrì en su taller y en una muestra personal en el Museo de Arte Moderno, que dirigìa Laura Bucellato, pude exhibirlas en el Espai d`Art Contemporani de Castellò. Por entonces ya habia fallecido Oscar Bony y su hija y heredera, una cantante de rock, me diò todas las facilidades del mundo para exhibir la obra de su padre. Làstima que Gonzàlez Pons, entonces conseller de cultura, censurara la muestra de "Tinieblas"(2004), por lo que carecemos del catàlogo que darìa fe de la creatividad artìstica, entre otros, de Oscar Bony y sus autorretratos baleados.
Si no recuerdo mal por las mismas fechas que estàbamos en Buenos Aires tenia lugar la feria artìstica de Arteba, donde habìa un "stand" del Consorcio de Museos con obras de Genovès e Iturralde. Un dia, por cierto, uno de los cuadros, de gran formato, de Genovès se callò de repente, para mayor indignacion del artista pues la obra se deteriorò y ademàs no pudo venderse.
Estas historias, por cierto, pueden ocurrir en cualquier feria o muestra itinerante que circule por el mundo. Es, uno de los riesgos, de las exposiciones viajeras.
Pero de estas anècdotas hablaremos otro dìa.
Para mis amigos porteños
Al cabo de los años he visitado en tres ocasiones Buenos Aires. Primero con una exposiciòn de Juan Genovès (1999). Luego con un Taller de videoarte (2007). Finalmente para devolver las obras de la muestra "Nostalgia de futuro" (2010).
La primera vez iba con el Consorcio de Museos, en los años que Consuelo Cìscar promovia la cultura valenciana por medio mundo y en particular Amèrica Latina. La comitiva de artistas y funcionarios valencianos superàbamos la docena de personas y la experiencia viajera tuvo sus luces y sus sombras.
Luces consecuencia de la calidad de la exposiciòn "Secuencias y Sueños" (1999) de Genovès y excelente recepciòn de pùblico y prensa.
Sombras por algùn encontronazo con el entonces director del Museo Nacional de Bellas Artes, Jorge Glusberg, particular personaje de la escena artìstica argentina.
En la capital porteña nos encontramos un dìa con el escultor Miquel Navarro que itineraba su obra por la escena museìstica latinoamericana.
Con la comitiva valenciana viajaban, asimismo, los artistas Uiso Alemany, Natividad Navalòn, Vicente Peris, Ramòn de Soto y Jose-Marìa Yturralde.Y, al frente de todos ellos, Consuelo Ciscar como responsable del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana.
Como anècdotas del viaje recuerdo que un dia unos artistas nos pidieron a Genovès y a mi que firmaramos una Carta en defensa de Consuelo Ciscar, de lo que nos abstuvimos y otro dia los pintores Uiso Alemany y Vicente Peris, no muy sobrios, armaron un escàndalo en el hotel, pintando con spray la habitaciòn donde se alojaban.
Curiosas historias del extraño mundillo del arte con sus extravagancias "sui generis". Por una parte el perfil de arte y polìtica y por otra parte el perfil de arte y bohemia.
A decir verdad de donde procedìamos Genovès y yo esas pràcticas nos eran extrañas.
En otro orden de cosas el viaje nos permitiò descubrir algunos rincones inolvidables de esa hermosa ciudad como el cementerio, centro cultural y jardines de la Recoleta; la excelente colecciòn històrica del Museo Nacional de Bellas Artes y el barrio tìpico de San Telmo, con sus anticuarios y bazar dominical.
Hablar de Buenos Aires, en tèrminos culturales, es hablar de infinidad de teatros y de librerias.
Hablar de Buenos Aires es tambièn hablar de carnes a la parrilla, empanadas deliciosas y vinos de Mendoza y la Patagonia que poco tienen que envidiar a los caldos mediterràneos.
Aquel viaje, con un simposio internacional de arte incluido, me permitiò conocer a algunos protagonistas històricos de la fotografia argentina como Anne Marie Heindrich, Sara Facio y Marcos Lòpez. Tres maneras distintas de entender la fotografìa: el retrato, el reportaje y la estètica pop. Creo que entonces, ya habian fallecido Horacio Coppola y Grete Stern, los grandes creadores de la fotografia argentina del siglo veinte.
Las imàgenes de Horacio Coppola del Buenos Aires de los años treinta que, un dia, se exhibieron en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, son un crisol del carisma de esa ciudad. Una urbe que, en algunos barrios, recuerda la capital francesa. Una urbe que, en el barrio de Palermo, recuerda la capital mexicana. Donde Buenos Aires tiene un perfil popular indiscutible en en el barrio de la Boca, porteño, castizo y futbolero.
Pero ese viaje me brindò otra oportunidad: conocer y entrevistar en su estudio de San Telmo, al artista conceptual argentino Oscar Bony. El testimonio està impreso en la revista "Làpiz" (2000). Alto, fuerte y gesto duro, me enseõ aslgunas de sus obras e incluso la pistola que utilizasba para disparar sobre sus autorretratos. Unos años màs tarde, algunas de las obras que descubrì en su taller y en una muestra personal en el Museo de Arte Moderno, que dirigìa Laura Bucellato, pude exhibirlas en el Espai d`Art Contemporani de Castellò. Por entonces ya habia fallecido Oscar Bony y su hija y heredera, una cantante de rock, me diò todas las facilidades del mundo para exhibir la obra de su padre. Làstima que Gonzàlez Pons, entonces conseller de cultura, censurara la muestra de "Tinieblas"(2004), por lo que carecemos del catàlogo que darìa fe de la creatividad artìstica, entre otros, de Oscar Bony y sus autorretratos baleados.
Si no recuerdo mal por las mismas fechas que estàbamos en Buenos Aires tenia lugar la feria artìstica de Arteba, donde habìa un "stand" del Consorcio de Museos con obras de Genovès e Iturralde. Un dia, por cierto, uno de los cuadros, de gran formato, de Genovès se callò de repente, para mayor indignacion del artista pues la obra se deteriorò y ademàs no pudo venderse.
Estas historias, por cierto, pueden ocurrir en cualquier feria o muestra itinerante que circule por el mundo. Es, uno de los riesgos, de las exposiciones viajeras.
Pero de estas anècdotas hablaremos otro dìa.
UN MUSEO, UN CARTEL
Valencia 25 Enero 2011
Para Vicent Garcés
En el otoño de 1978, apenas aprobada la Constituciòn Española y sin haberse celebrado aùn las primeras elecciones democràticas, se organizò en el Ayuntamiento de Valencia la muestra del Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende.
Para entender, un poco esa exposiciòn, habrìa que recordar el golpe de estado militar de Chile (1973) que tuvo como consecuencia la muerte del presidente Salvador Allende y la derogaciòn del sistema democràtico en ese paìs.
La escena artìstica internacional y la española en particular reaccionò ante estos hechos poniendo en marcha una muesta en solidaridad con Chile.
Estamos hablando de la dècada de los setenta, en la que algunos artistas eran sensibles a estas cuestiones y la atenciòn polìtica se centraba en los conflictos de Oriente Medio y Viet-Nam y las espectativas de cambio que ofrecìa la isla de Cuba.
En un continente como el de Amèrica Latina con muchos gobiernos dictatoriales -- Argentina, Brasil, Perù, El Salvador, Uruguay, etc -- un nuevo lervantamiento militar contra un presidente de la Repùblica socialista, hizo reaccionar a diversos e importantes artistas españoles y mostrarse solidarios con una actividad artìstica solidaria con Salvador Allende y Chile.
Estamos hablando de autores del nivel de Juan Genovès, Pablo Serrano, Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, el Equipo Crònica y un largo etcètera de cerca de 100 artistas.
Los organizadores de esta actividad encontraron en Valencia unos interlocutores de excepciòn: el ingeniero industrial Vicent Garcès y el abogdo Joan Garcès. Ambos militantes de izquierda socialista. Los hermanos Joan y Vicent Garcès habian colaborado con el gobierno de Salvador Allende y fueron una pieza clave en impulsar una muestra que exhibiera las pinturas, esculturas, dibujo, grabados, donadas para esta causa.
La primera muestra del llamado Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende tuvo lugar en Valencia.
En aquella exposiciòn se produjo una anécdota que motiva este texto.
Promovida la exhibiciòn de ese museo itinerante por diversas fuerzas de izquierdas, que apenas salìan de la clandestinidad, se solicitaron, a artistas dstintos, un cartel original para publicitar la exposiciòn.
A causa de este error organizativo se encargaron dos carteles para un mismo objetivo. Uno lo hizo el pintor nacionalista Antoni Mirò. Otro lo hizo el grupo Equipo Crònica. El primero se imprimiò como cartel oficial. El segundo como portada del
catàlogo-folleto de la muestra.
La exposicion contò con la presencia de Miria Contreras, la "Payita", secretaria personal de Salvador Allende y tuvo gran èxito de pùblico y prensa.
Esos fondos artìsticos circularon por diversas ciudades y al cabo de los años se depositaron en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, tras exhibirse de nuevo en el Paìs Valenciano (1984).
Al cabo de los años recuperè, en una imprenta valenciana, el boceto original del cartel del Equipo Crònica y tras devolverselo a Manuel Valdès -- por entonces habìa fallecido ya Rafael Solbes --, este pintor me obsequiò, como recuerdo de esa experiencia, la obra en cuestiòn.
Apenas unos años màs tarde Joan Lerma, por entonces Presidente de la Generalitat Valenciana, decidiò entregar al Chile democràtico esos fondos artìsticos que conformarìan, definitivamente, el Museo Salvador Allende de Santiago de Chile.
Con esa decisiòn, el Paìs Valenciano y màs concretamnte el Ivam, se quedaba sin ningùn vestigio del Museo Salvador Allende. Entonces decidì que ese original del Cartel del Equipo Crònica debìa estar en el museo valenciano.
Un dìa, acompañado del diputado Vicent Garcès, fuimos a ver a Carmen Alborch, entonces directora del Ivam e hice donaciòn de esa obra.
Desde entonces, el Instituto Valenciano de Arte Moderno tiene ese Cartel del Equipo Crònica y una obra representativa de la solidaridad de los artistas con algunos hechos històricos.
El arte, desde mi punto de vista, es algo màs que el mercado del arte.
Para Vicent Garcés
En el otoño de 1978, apenas aprobada la Constituciòn Española y sin haberse celebrado aùn las primeras elecciones democràticas, se organizò en el Ayuntamiento de Valencia la muestra del Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende.
Para entender, un poco esa exposiciòn, habrìa que recordar el golpe de estado militar de Chile (1973) que tuvo como consecuencia la muerte del presidente Salvador Allende y la derogaciòn del sistema democràtico en ese paìs.
La escena artìstica internacional y la española en particular reaccionò ante estos hechos poniendo en marcha una muesta en solidaridad con Chile.
Estamos hablando de la dècada de los setenta, en la que algunos artistas eran sensibles a estas cuestiones y la atenciòn polìtica se centraba en los conflictos de Oriente Medio y Viet-Nam y las espectativas de cambio que ofrecìa la isla de Cuba.
En un continente como el de Amèrica Latina con muchos gobiernos dictatoriales -- Argentina, Brasil, Perù, El Salvador, Uruguay, etc -- un nuevo lervantamiento militar contra un presidente de la Repùblica socialista, hizo reaccionar a diversos e importantes artistas españoles y mostrarse solidarios con una actividad artìstica solidaria con Salvador Allende y Chile.
Estamos hablando de autores del nivel de Juan Genovès, Pablo Serrano, Antoni Tàpies, Eduardo Chillida, el Equipo Crònica y un largo etcètera de cerca de 100 artistas.
Los organizadores de esta actividad encontraron en Valencia unos interlocutores de excepciòn: el ingeniero industrial Vicent Garcès y el abogdo Joan Garcès. Ambos militantes de izquierda socialista. Los hermanos Joan y Vicent Garcès habian colaborado con el gobierno de Salvador Allende y fueron una pieza clave en impulsar una muestra que exhibiera las pinturas, esculturas, dibujo, grabados, donadas para esta causa.
La primera muestra del llamado Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende tuvo lugar en Valencia.
En aquella exposiciòn se produjo una anécdota que motiva este texto.
Promovida la exhibiciòn de ese museo itinerante por diversas fuerzas de izquierdas, que apenas salìan de la clandestinidad, se solicitaron, a artistas dstintos, un cartel original para publicitar la exposiciòn.
A causa de este error organizativo se encargaron dos carteles para un mismo objetivo. Uno lo hizo el pintor nacionalista Antoni Mirò. Otro lo hizo el grupo Equipo Crònica. El primero se imprimiò como cartel oficial. El segundo como portada del
catàlogo-folleto de la muestra.
La exposicion contò con la presencia de Miria Contreras, la "Payita", secretaria personal de Salvador Allende y tuvo gran èxito de pùblico y prensa.
Esos fondos artìsticos circularon por diversas ciudades y al cabo de los años se depositaron en el Instituto Valenciano de Arte Moderno, tras exhibirse de nuevo en el Paìs Valenciano (1984).
Al cabo de los años recuperè, en una imprenta valenciana, el boceto original del cartel del Equipo Crònica y tras devolverselo a Manuel Valdès -- por entonces habìa fallecido ya Rafael Solbes --, este pintor me obsequiò, como recuerdo de esa experiencia, la obra en cuestiòn.
Apenas unos años màs tarde Joan Lerma, por entonces Presidente de la Generalitat Valenciana, decidiò entregar al Chile democràtico esos fondos artìsticos que conformarìan, definitivamente, el Museo Salvador Allende de Santiago de Chile.
Con esa decisiòn, el Paìs Valenciano y màs concretamnte el Ivam, se quedaba sin ningùn vestigio del Museo Salvador Allende. Entonces decidì que ese original del Cartel del Equipo Crònica debìa estar en el museo valenciano.
Un dìa, acompañado del diputado Vicent Garcès, fuimos a ver a Carmen Alborch, entonces directora del Ivam e hice donaciòn de esa obra.
Desde entonces, el Instituto Valenciano de Arte Moderno tiene ese Cartel del Equipo Crònica y una obra representativa de la solidaridad de los artistas con algunos hechos històricos.
El arte, desde mi punto de vista, es algo màs que el mercado del arte.
lunes, 24 de enero de 2011
HISTORIAS URBANAS: TEGUCIGALPA (III)
Martes 25 Enero 2011
Para Regina Aguilar y Bayardo Blandino
Antes de aterrizar en el intrincado aeropuerto de la capital de Honduras, pasé una noche en Ciudad Guatemala y media tarde en San Pedro Sula.
En aquel azaroso viaje pensè que no iba a llegar nunca a Tegucigalpa.
Fui a esa ciudad centro-americana a dar un taller de videoarte en el centro cultural Mujeres en las Artes dirigido, claro està por una mujer. Eso, supongo, que facilitò mi primer viaje a Honduras.
La primera sorpresa de ese viaje fue poder hacer un periplo por el paìs. Recorrer el paìs hondureño, desde Tegucigalpa a Copan, en una furgoneta y con tres extranjeros, fue una experiencia peculiar.
Tegucigalpa tiene una plaza con estatua ecuestre dedicada a Francisco Morazàn, un bello edificio de Correos y un antiguo palacio decimonònico convertido en Museo de la Identidad Nacional.
El resto de mis recuerdos se pierden en unas vias pùblicas convertidas en "tianguis" populares y unas urbanizaciones de nuevos ricos alrededor de la capital.
La primera sorpresa, al llegar a la ciudad, fue ver fuerzas militares circulando al anohecer y comercios turìsticos protegidos con vigilantes armados. Como los bancos.
Esa sensaciòn de ciudad protegida, la perdì en cuanto salimos camino de la frontera guatemalteca.
Honduras me pareciò un paìs campesino, con mucha ganaderìa y agua por doquier. Y un buen cafè.
Las poblaciones que pudimos disfrutar, entre Tegucigalpa y Copan pasando por San Pedro Sula, me recordaban algunas ciudades mexicanas. Con su iglesia mayor, plaza arbolada, calles diàfanas y viviendas de una sola planta.
Copan es el nùcleo prehispànico, es decir maya, màs importante de Honduras. Familiarizado con las piràmides mexicanas en Teotihuacàn, Chichen Itzà o Tulum, los restos arqueològicos de Copan y el parque natural anexo, me pareciò de excepcional belleza. Como el quetzal junto al àrbol y las calaveras mayas del museo.
Al retorno del periplo dimos nuestros cursos en un magnìfico hotel, con alberca incluida y gala nocturna final.
Otra historia, muy diversa, fue el taller de videoarte en la sede de Mujeres en las Artes. Alli pude conocer de cerca a algunos jòvenes artistas hondureños -- Vìctor Lòpez, Byron Mejia, Xenia Mejìa, etc-- que luego participarìan el la muestra "Nostalgia de futuro" (2009).
Desde la escena artìstica hondureña pude entender, mejor, el discurso de Pèrez Ratton, por una estrategia plàstica centro-americana.
Costaricenses, guatemaltecos, hondureños, nicaragunses y salvadoreños unidos en una misma regiòn.
Ahora que, Pèrez Ratton se ha ido para siempre, creo que Centro América esta, estèticamente, huèrfana.
Para Regina Aguilar y Bayardo Blandino
Antes de aterrizar en el intrincado aeropuerto de la capital de Honduras, pasé una noche en Ciudad Guatemala y media tarde en San Pedro Sula.
En aquel azaroso viaje pensè que no iba a llegar nunca a Tegucigalpa.
Fui a esa ciudad centro-americana a dar un taller de videoarte en el centro cultural Mujeres en las Artes dirigido, claro està por una mujer. Eso, supongo, que facilitò mi primer viaje a Honduras.
La primera sorpresa de ese viaje fue poder hacer un periplo por el paìs. Recorrer el paìs hondureño, desde Tegucigalpa a Copan, en una furgoneta y con tres extranjeros, fue una experiencia peculiar.
Tegucigalpa tiene una plaza con estatua ecuestre dedicada a Francisco Morazàn, un bello edificio de Correos y un antiguo palacio decimonònico convertido en Museo de la Identidad Nacional.
El resto de mis recuerdos se pierden en unas vias pùblicas convertidas en "tianguis" populares y unas urbanizaciones de nuevos ricos alrededor de la capital.
La primera sorpresa, al llegar a la ciudad, fue ver fuerzas militares circulando al anohecer y comercios turìsticos protegidos con vigilantes armados. Como los bancos.
Esa sensaciòn de ciudad protegida, la perdì en cuanto salimos camino de la frontera guatemalteca.
Honduras me pareciò un paìs campesino, con mucha ganaderìa y agua por doquier. Y un buen cafè.
Las poblaciones que pudimos disfrutar, entre Tegucigalpa y Copan pasando por San Pedro Sula, me recordaban algunas ciudades mexicanas. Con su iglesia mayor, plaza arbolada, calles diàfanas y viviendas de una sola planta.
Copan es el nùcleo prehispànico, es decir maya, màs importante de Honduras. Familiarizado con las piràmides mexicanas en Teotihuacàn, Chichen Itzà o Tulum, los restos arqueològicos de Copan y el parque natural anexo, me pareciò de excepcional belleza. Como el quetzal junto al àrbol y las calaveras mayas del museo.
Al retorno del periplo dimos nuestros cursos en un magnìfico hotel, con alberca incluida y gala nocturna final.
Otra historia, muy diversa, fue el taller de videoarte en la sede de Mujeres en las Artes. Alli pude conocer de cerca a algunos jòvenes artistas hondureños -- Vìctor Lòpez, Byron Mejia, Xenia Mejìa, etc-- que luego participarìan el la muestra "Nostalgia de futuro" (2009).
Desde la escena artìstica hondureña pude entender, mejor, el discurso de Pèrez Ratton, por una estrategia plàstica centro-americana.
Costaricenses, guatemaltecos, hondureños, nicaragunses y salvadoreños unidos en una misma regiòn.
Ahora que, Pèrez Ratton se ha ido para siempre, creo que Centro América esta, estèticamente, huèrfana.
HISTORIAS URBANAS: PANAMÀ (II)
Lunes 24 Enero 2011
Para Christian Font, diplomàtico y amigo
En el verano de 2006 hice la ruta aérea màs larga de mi vida. Fuì desde Valencia a Panamà. Ir desde España a Centro America era una aventura. A veces, habìa que pasar por Miami o San José de Costa Rica para llegar a cualquier capital centroamericana.
Una cooperante me desvelò las incògnitas de la capital panameña.
Cuando aterricè, por vez primera, en Panamà, sabìa pocas cosas de ese paìs: el canal fue construido a inicios de siglo; tuvo un presidente de nombre Omar Torrijos y el cantante màs famoso era Rubèn Blades.
A Panamà llegué a dar un taller de video-arte en el Museo de Arte Contemporàneo. El museo estaba ubicado en el Cerro Ancòn, la parte màs elevada de la ciudad. Todavìa conservaba unas casas tìpicas de madera, una enorme bandera patria y un mirador con vistas panoràmicas al Canal de Panamà.
Como trabajaba por las tardes, me pasaba los dias recorriendo la capital: la ciudad nueva con restaurantes, casinos y rascacielos; la ciudad vieja con algunos vestigios de la colonia hispana y el Cerro Ancón, ùltimo bastiòn de la presencia norte-americana en esa ciudad.
Tardè poco tiempo en saber que, en esa urbe de indìgenas, mulatos y negros, el ìdolo del boxeo era Roberto "Mano de Piedra" Duràn. Por cierto nacido en el corazòn del centro històrico que invadieron, los marines, para detener al presidente Eduardo Noriega, mientras bombardeaban su barrio lleno de casas de madera.
Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, México, Puerto Rico y Panamà, son los paises que han plantado cara, en las doce cuerdas, al boxeo norteamericano. De hecho Roberto Duràn es muy popular porque, en su dìa, destronò de la corona de los super-welters a Sugar Ray Leonard, el héroe olìmpico norteamericano.
Esa historia me la contaron dos personas dispares: Pituka Ortega y Rafael Lazo. Pituka es la realizadora del documental "Los puños de una naciòn"(2006), dedicado a Roberto Duràn. Rafael es el director del Gimnasio Alkàzar, antaño entrenador de Mano de Piedra.
Al paso de los años el boxeador panameño sigue siendo un hèroe nacional.
Panamà es tierra de mùsicos y de boxeadores.
Ruben Blades es seguramente, el mùsico "sonero" màs famoso de ese paìs. Sus conciertos con Pete Rodriguez, Willie Colon y Héctor Laboe, forman parte de la historia de la mùsica latino-neoyorquina.
Panamà Al Brown, Roberto Duràn e Ismael Laguna, son los boxeadores con mas tìtulos en los cuadrilateros.
Esa tradiciòn de éxitos en el ring la continùa Rafael "la Araña" Vasquez, campeón del mundo del peso mosca. A este pùgil conseguì verlo pelear en el Centro Deportivo Colon de la capital panameña. Venciò al contrincante nicaraguense. Un triunfo màs de "la Araña", nuevo héroe popular del istmo.
Pocos boxeadores latinoamericanos han conseguido la atenciòn de artistas, escritores y cantantes.
Alfonso Brown, campeòn del mundo de los pesos plumas, nacido en el puerto de Colòn, lo protegiò el escritor Jean Cocteau. El pintor Eduardo Arroyo, años màs tarde, le dedicò algùn retrato y un libro: "Panamà Al Brown" (1982).
Mano de Piedra inspirò una cancion a Andrés Calamaro y un filme a Pituka Ortega.
Se supone que Panamà debe tener arquitectos, escritores y filòsofos, sin embargo, todo el mundo, sabe quienes fueron Rubèn Blades, Roberto Duràn y Omar Torrijos. Un cantante, un boxeador y un militar.
La literatura y el septimo arte no se olvidaron del istmo. John Le Carrè escribiò la novela "The Tailor of Panama"(1996) y luego John Boorman la adaptò al cine como "El sastre de Panamà", (2001).
Algun dia, habrà que recuperar las instantàneas de Sandra Eleta sobre Portobelo; el reportaje de Graciela Iturbide sobre Omar Torrijos y los retratos de Miguel Trillo sobre los jòvenes de Colòn, para visualizar, desde la fotografia, algunos aspectos humanos de ese paìs.
Para Christian Font, diplomàtico y amigo
En el verano de 2006 hice la ruta aérea màs larga de mi vida. Fuì desde Valencia a Panamà. Ir desde España a Centro America era una aventura. A veces, habìa que pasar por Miami o San José de Costa Rica para llegar a cualquier capital centroamericana.
Una cooperante me desvelò las incògnitas de la capital panameña.
Cuando aterricè, por vez primera, en Panamà, sabìa pocas cosas de ese paìs: el canal fue construido a inicios de siglo; tuvo un presidente de nombre Omar Torrijos y el cantante màs famoso era Rubèn Blades.
A Panamà llegué a dar un taller de video-arte en el Museo de Arte Contemporàneo. El museo estaba ubicado en el Cerro Ancòn, la parte màs elevada de la ciudad. Todavìa conservaba unas casas tìpicas de madera, una enorme bandera patria y un mirador con vistas panoràmicas al Canal de Panamà.
Como trabajaba por las tardes, me pasaba los dias recorriendo la capital: la ciudad nueva con restaurantes, casinos y rascacielos; la ciudad vieja con algunos vestigios de la colonia hispana y el Cerro Ancón, ùltimo bastiòn de la presencia norte-americana en esa ciudad.
Tardè poco tiempo en saber que, en esa urbe de indìgenas, mulatos y negros, el ìdolo del boxeo era Roberto "Mano de Piedra" Duràn. Por cierto nacido en el corazòn del centro històrico que invadieron, los marines, para detener al presidente Eduardo Noriega, mientras bombardeaban su barrio lleno de casas de madera.
Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, México, Puerto Rico y Panamà, son los paises que han plantado cara, en las doce cuerdas, al boxeo norteamericano. De hecho Roberto Duràn es muy popular porque, en su dìa, destronò de la corona de los super-welters a Sugar Ray Leonard, el héroe olìmpico norteamericano.
Esa historia me la contaron dos personas dispares: Pituka Ortega y Rafael Lazo. Pituka es la realizadora del documental "Los puños de una naciòn"(2006), dedicado a Roberto Duràn. Rafael es el director del Gimnasio Alkàzar, antaño entrenador de Mano de Piedra.
Al paso de los años el boxeador panameño sigue siendo un hèroe nacional.
Panamà es tierra de mùsicos y de boxeadores.
Ruben Blades es seguramente, el mùsico "sonero" màs famoso de ese paìs. Sus conciertos con Pete Rodriguez, Willie Colon y Héctor Laboe, forman parte de la historia de la mùsica latino-neoyorquina.
Panamà Al Brown, Roberto Duràn e Ismael Laguna, son los boxeadores con mas tìtulos en los cuadrilateros.
Esa tradiciòn de éxitos en el ring la continùa Rafael "la Araña" Vasquez, campeón del mundo del peso mosca. A este pùgil conseguì verlo pelear en el Centro Deportivo Colon de la capital panameña. Venciò al contrincante nicaraguense. Un triunfo màs de "la Araña", nuevo héroe popular del istmo.
Pocos boxeadores latinoamericanos han conseguido la atenciòn de artistas, escritores y cantantes.
Alfonso Brown, campeòn del mundo de los pesos plumas, nacido en el puerto de Colòn, lo protegiò el escritor Jean Cocteau. El pintor Eduardo Arroyo, años màs tarde, le dedicò algùn retrato y un libro: "Panamà Al Brown" (1982).
Mano de Piedra inspirò una cancion a Andrés Calamaro y un filme a Pituka Ortega.
Se supone que Panamà debe tener arquitectos, escritores y filòsofos, sin embargo, todo el mundo, sabe quienes fueron Rubèn Blades, Roberto Duràn y Omar Torrijos. Un cantante, un boxeador y un militar.
La literatura y el septimo arte no se olvidaron del istmo. John Le Carrè escribiò la novela "The Tailor of Panama"(1996) y luego John Boorman la adaptò al cine como "El sastre de Panamà", (2001).
Algun dia, habrà que recuperar las instantàneas de Sandra Eleta sobre Portobelo; el reportaje de Graciela Iturbide sobre Omar Torrijos y los retratos de Miguel Trillo sobre los jòvenes de Colòn, para visualizar, desde la fotografia, algunos aspectos humanos de ese paìs.
domingo, 23 de enero de 2011
HISTORIAS URBANAS: LA HABANA (I)
Quinceañera en la Iglesia de San Francisco, La Habana, 2006
Para Rafael Acosta
Cruzar la ruta del Atlàntico con un Ilyushin ruso tenìa cierto morbo. En aquellos años, la ruta aérea Madrid-La Habana hacìa escala técnica en Vancouver. Salìas del calor madrileño, titiritabas en la escala técnica y descubrias, unas horas màs tarde, la calima tropical caribeña.
Al llegar a Rancho Boyeros, empezamos vislumbrar que, en el medio del Caribe, habìa una isla capaz de enfrentarse al vecino americano. Las primeras señales aparecìan en la ruta del aeropuerto a la ciudad, en vistosas y coloristas vallas, llenas de consignas contra el vecino norteamericano. Si Ryszard Kapuscinski hubiera viajado en su tiempo a este paìs seguro que tendriamos una buena crònica de la imagen pùblica de esa isla. No en balde, en esos años, Cuba tenìa los diseñadores gràficos con màs talento de América Latina.
El primer hallazgo, al llegar a La Habana, fue el Hotel Sevilla, antiguo edificio, entre el Paseo del Prado y el Memorial Granma. Allì descubrimos los viejos ascensores de puertas metàlicas y las habitaciones de enormes ventiladores. Y la Escuela de Gastronomia Cubana, cuya sede, por cierto, estaba en ese hotel. Enfrente, ademàs, estaba la primera pinacoteca de la capital: el Museo Nacional de Bellas Artes. ¿Quien iba a decirnos que, en el acervo del museo, ìbamos a encontrar unos lienzos del pintor Joaquìn Sorolla?. ¿Quien iba a decirnos, que el danzòn caribeño, lo oirìamos por primera vez con el Septeto de Ignacio Piñero?.
Aquella Habana vieja surcada de callejuelas estrechas, edificios ruinosos y plazas de àrboles frondosos y bancos de madera, tenìa sus luces y sus sombras.
El paìs funcionaba con dos monedas distintas: el dòlar americano y el peso cubano. Para la economìa de un turista, un lìo.
Los años setenta eran los años de influencia de la Uniòn Soviética sobre Cuba. Pero en el Caribe la idiosincrasia cultural antillana, pesaba màs que la influencia rusa.
Claro que sin esa alianza cubano-soviètica ¿tendrìa la isla el nivel que tiene en danza y deportes?
La Habana està dividida en dos mitades: La Habana vieja y La Habana moderna.
En La Habana vieja està el Capitolio cubano, las sedes del Centro Asturiano y Centro Gallego, la Catedral y el Castillo de la Fuerza, uno de los edificios màs sòlidos de la antigua colonia española.
En La Habana moderna està el barrio del Vedado, el Hotel Nacional, la Filmoteca de Cuba y la famosa heladeria del Copelia con sus sabores de frutas tropicales. En el antaño barrio señorial del Vedado viviò la familia de la poetisa Dulce Marìa Loynaz, anfitriona de Garcia Lorca, el escritor Juan Ramón Jiménez y los poetas Manuel Altolaguirre y Concha Méndez. Años de diàlogo de las letras hispano-cubanas del siglo veinte.
En el Vedado, tambièn està, el Cementerio Colón. una joya de la estatuaria fùnebre del Caribe. Alli yacen los escritores Nicolàs Guillèn, José Lezama Lima y Virgilio Piñera. Alli yacen, asimismo, los artistas Mariano Martinez, René Portocarrero y Wifredo Lam. Y, claro està, los héroes patrios de la isla.
Al citar, antes, las frutas tropicales, es decir la guayaba, el mamey o la guanàbana, queria recordar que esos sabores, en algùn tiempo, eran desconocidos para los turistas europeos.
Sabores tan extraños como la ropa vieja, el arroz con frijoles o el cochinillo con yuca.
Tambièn disfrutamos, en la calima veraniega, de refrescos inolvidables, como los "mojitos" y los "daiquiris" que preparan, con esmero en cualquier cantina, restaurante u hotel y que dieron fama a la Bodeguita del Medio o el Floridita.
Pasear, al atardecer, por la ciudad vieja, te permitìa entonces ver desde el Castillo de la Punta y el Castillo del Morro, entrar los barcos sovièticos en la bahia de La Habana. Los reconocias porque llevaban pintada, en la chimenea, la hoz y el martillo. Un espectàculo inolvidable.
Una ciudad, rodeada por el mar, fluye entre diversos registros: las luces tenues de los rayos del sol; las olas furiosas rompiendo contra el malecòn y las lluvias grises inundando la urbe entera.
No en balde esta ciudad, desde hace siglos, se protege del vendaval pluvioso del cielo y los huracanes cìclicos del Caribe, con numerosos soportales dispersos por la capital. Basta con hojear el libro de "La ciudad de las columnas" (1970), de Alejo Carpentier y Paolo Gasparini, para entender la relacion de esta urbe con las diversas estaciones. Algo que, desde siempre, entendieron los ingenieros, constructores y arquitectos de esta capital de las Antillas.
El capitolio de La Habana, 2009
martes, 18 de enero de 2011
LA PASION VIAJERA
La historia de mas de medio siglo de mi vida ha estado perfilada por un continuo periplo urbano. Hijo de un militar vivì gran parte de mi vida de un lado para otro. Allà donde destinaban a mi padre -- originario del Norte de Africa -- ibamos detràs toda la familia. Incluida, claro esta, mi madre, "ama de casa" de profesiòn. La historia, en sus inicios, arranca de Melilla, sigue en Larache, recala en Tanger y Ceuta, pasa por Càdiz y tras una etapa en Barbastro, fiiquita en Valencia.
La llegada a la capital valenciana no pudo ser mas acertada: el año de la riada. Mil novecientos cincuenta y siete.
Este continuo deambular de una urbe a otra supuso inocular a mi vida un sentimiento positivo por el viaje y un sentimiento negativo hacia el arraigo.
En cierto modo sòlo soy un tuareg con perfil cristiano.
El nomadismo supone colegios distintos, amigos dispares y las maletas siempre hechas.
Asi era, en otros tiempos, la vida de muchos funcionarios y sus familias que, cada cierto tiempo tenian que cambiar de plaza.
Los destinos de los funcionarios no eran ciudades sino plazas. Plazas militares, claro està.
Esa idiosincrasia nòmada marcò el resto de mi vida, al menos, desde que inicié mis estudios universitarios, hasta el ùltimo viaje, hace apenas unos meses.
Al cabo de los años entendi que el "leit motiv" de mi vida pasaba por las estaciones de autobuses, los aeropuertos y las estaciones de trenes.
Un amigo de juventud, el pintor Manuel Valdés, solia decir que la cultura artistica empezaba en la Estacion del Norte. Venia a recordarnos que la "alta cultura" habia que buscarla siempre fuera. Tomando el tren, claro està.
La Estacion del Norte, es uno de los pocos ejemplos de la arquitectura modernista que ha sobrevivido al paso de los tiempos. La hizo el arquitecto Demetri Ribes. Al paso de los años conserva una esbelta fachada con bellos motivos regionalistas, un hall con antiguas taquillas de madera de fino trabajo de ebanista, pilares modernistas con remates barrocos y una estructura metàlica propia de la arquitectura industrial del siglo pasado.
Esa pasion por el viaje empezò a Alemania en auto-stop, a Paris en autobus y a Nice, en avion. La ruta posiguiò por Aix-en-Provence, Toulouse, Poitiers, Amiens, Bruxelles y Dusseldorf.
Son las ciudades de los sesenta.
Luego regresé a Paris y descubri con Carmen la Italia culta y popular: Milan, Roma y Napoles.
Son las urbes de los setenta.
En aquellos tiempos la mùsica popular italiana, tras los ecos historicos del Bella Ciao, tenia como protagonistas a Fabrizio de André, Lucio Dalla y Francesco di Gregori.
En aquellos tiempos la mùsica popular francesa tenia como protagonistas a Francoise Hardy, Jonnie Halliday y Silvie Vartan.
Aqui viviamos al ritmo de la "nova cancò", es decir aquellas baladas de Maria del Mar Bonet, Joan Manuel Serrat y Raimon.
El paso siguiente fue cruzar el Atlantico. Volver a las Américas.
Pero esa, es, otra historia.
Qué curioso, inicias el periplo en el Norte de Africa y tardas medio siglo en regresar al continente de origen.
La llegada a la capital valenciana no pudo ser mas acertada: el año de la riada. Mil novecientos cincuenta y siete.
Este continuo deambular de una urbe a otra supuso inocular a mi vida un sentimiento positivo por el viaje y un sentimiento negativo hacia el arraigo.
En cierto modo sòlo soy un tuareg con perfil cristiano.
El nomadismo supone colegios distintos, amigos dispares y las maletas siempre hechas.
Asi era, en otros tiempos, la vida de muchos funcionarios y sus familias que, cada cierto tiempo tenian que cambiar de plaza.
Los destinos de los funcionarios no eran ciudades sino plazas. Plazas militares, claro està.
Esa idiosincrasia nòmada marcò el resto de mi vida, al menos, desde que inicié mis estudios universitarios, hasta el ùltimo viaje, hace apenas unos meses.
Al cabo de los años entendi que el "leit motiv" de mi vida pasaba por las estaciones de autobuses, los aeropuertos y las estaciones de trenes.
Un amigo de juventud, el pintor Manuel Valdés, solia decir que la cultura artistica empezaba en la Estacion del Norte. Venia a recordarnos que la "alta cultura" habia que buscarla siempre fuera. Tomando el tren, claro està.
La Estacion del Norte, es uno de los pocos ejemplos de la arquitectura modernista que ha sobrevivido al paso de los tiempos. La hizo el arquitecto Demetri Ribes. Al paso de los años conserva una esbelta fachada con bellos motivos regionalistas, un hall con antiguas taquillas de madera de fino trabajo de ebanista, pilares modernistas con remates barrocos y una estructura metàlica propia de la arquitectura industrial del siglo pasado.
Esa pasion por el viaje empezò a Alemania en auto-stop, a Paris en autobus y a Nice, en avion. La ruta posiguiò por Aix-en-Provence, Toulouse, Poitiers, Amiens, Bruxelles y Dusseldorf.
Son las ciudades de los sesenta.
Luego regresé a Paris y descubri con Carmen la Italia culta y popular: Milan, Roma y Napoles.
Son las urbes de los setenta.
En aquellos tiempos la mùsica popular italiana, tras los ecos historicos del Bella Ciao, tenia como protagonistas a Fabrizio de André, Lucio Dalla y Francesco di Gregori.
En aquellos tiempos la mùsica popular francesa tenia como protagonistas a Francoise Hardy, Jonnie Halliday y Silvie Vartan.
Aqui viviamos al ritmo de la "nova cancò", es decir aquellas baladas de Maria del Mar Bonet, Joan Manuel Serrat y Raimon.
El paso siguiente fue cruzar el Atlantico. Volver a las Américas.
Pero esa, es, otra historia.
Qué curioso, inicias el periplo en el Norte de Africa y tardas medio siglo en regresar al continente de origen.
martes, 4 de enero de 2011
UNA CALLE, UNA HISTORIA
Hoy quisiera hablarles de la calle principal del barrio donde vivo.
Esta vía no es una de las calles Caballeros, Xátiva o Cirilo Amorós, que aglutinan la mejor arquitectura de esta capital.
La calle que motiva este texto está en la orilla izquierda del rio Turia, y tiene, en su entorno, diversos lugares dignos de citar.
A la izquierda el Convento de la Trinidad. A la derecha el Museo de San Pío Quinto.
Con este par de ejemplos esta vía puede estar orgullosa del legado histórico que alberga.
Pero en una calle es asimismo la vida de las gentes, las actividades, los edificios y algunas anécdotas de la vida cotidiana.
El Convento de la Trinidad es de clausura, tiene pocas monjas, celebra misa los domingos y el edificio está cerrado a cal y canto. Salvo las religiosas, nadie disfruta del magnífico claustro gótico del edificio.
El Museo de San Pio Quinto es la segunda pinacoteca de España. Su legado recorre cinco siglos de historia. Y excelentes cuadros de Juan de Juanes, José Ribera, Francisco Goya, Vicente López y los valencianos Sorolla, Pinazo y Muñoz Degrain y, !cómo no! el escultor Mariano Benlliure. Pero lleva un año sin Director y varios años de retraso en finalizar sus obras. En fin, litigios politicos entre el centro y la periferia que sufrimos todos los ciudadanos.
Cuento estas historias pues una urbe no es sólo sus edificios sino el devenir diario de su contexto.
Y una via pública en cuyos aledaños vivieron los artistas José Renau y Manuela Ballester y tuvo en la guerra civil la Embajada de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, es un lugar que tiene su propia historia.
El núcleo de artistas que pasaron por estos lares es significativo: Miguel Calatayud, Carmen Calvo, Rafael Marti Quinto y Eva Mus, por residencia y Daniel Canogar, Ana Prada y Manuel Saez, por exposiciones. En esta calle estuvo, hay que recordarlo, los ùltimos cinco años, la Sala Parpalló de la Diputación de Valencia. Una de las salas mas emblemáticas de la historia artística local de los últimos 25 años.
Como un espacio público tiene el perfil de las gentes que viven he de confesarles que en una de las viviendas baratas, de los años treinta, del arquitecto Borso di Carminati, residió uno de los asaltantes a la mansion mexicana de León Trotsky. Vivió muchos años en el anonimato. Como disciplinado militante estalinista.
Una via pública que alberga dos conventos y tres iglesias y varias comunidades como la china, árabe y paquistaní, puede despertar la curiosidad de cualquier ciudadano.
Una vez se cayò una vecina de un quinto piso y otra vez asaltaron a tiros una sucursal bancaria.
Por cierto con la crisis financiera que tenemos encima, cómo se explica que esta calle tenga media docena de sucursales bancarias.
Porque no les había dicho, todavía, que en esta calle está el Convento de las Canónigas de la Orden de Cristóbal. Otro lugar de clausura. Media docena de monjas, una iglesia y un hermoso huerto, protegido por un muro, sólo visible desde las terrazas colindantes. Un huerto, por cierto, que tiene unos limones jugosos que, las monjas, regalan de vez en cuando a los feligreses y viandantes, como el autor de estas líneas.
Como todo lugar que se precie, de gran afluencia humana, esta calle tiene un Instituto de Enseñanza Media y unas Escuelas Públicas. Estas últimas, construidas en los tiempos de Franco, conservan todavía la rotulacion sexista de Escuela para Niños y Escuela para Niñas.
Esta calle, cuenta, asimismo con diversos bares y un par de Restaurantes. !Qué casualidad! Uno chino y otro árabe. Mas concretamente uno pequinés y otro libanés.
Y...como remate final dos complejos comerciales de alimentacion: Consum y Mercadona.
Ya ven, en este trazado urbano, hay de todo, pero no les he hablado, todavía, de sus fiestas.
Tenemos dos celebraciones singulares: la fiesta de Sant Cristófol y la fiesta de San José.
La primera fiesta tiene un cariz religioso y pasacalle de todo tipo de automóviles que reciben, cada año las bendición eclesial.
Le segunda fiesta de raigambre más popular arropa a un par de agrupaciones falleras, con sus ruidosas "despertás", "pasaclles" y "mascletás" hasta el fuego final de los monumentos artìsticos el 19 de Marzo.
Todas estas pequeñas historias corresponden a la Calle Alboraya, una via pública entre el Cronista Rivelles y Primado Reig, con un Centro de Salud por medio y el prestigioso Instituto Benlliure a mitad de trazado de esta peculiar calle valenciana.
sábado, 1 de enero de 2011
LA PLAZA REDONDA DE VALENCIA
Al arquitecto Tito Llopis
Si las obras llegan a buen término, los módulos salen de fábrica y el paraguas polícromo se instala, pronto, la Plaça Redona de Valencia tendrá un nuevo perfil.
Para los ciudadanos, turistas y visitantes de esta urbe, la remodelación de una de las plazas más populares de esta capital, ha sido una bocanada de aire fresco y un ejemplo de las posibilidades de restauración de una ciudad mediterránea.
Si se puede hablar de señas de identidad del casco urbano de la capital valenciana el ejemplo de la Plaça Redona ocupa un lugar de privilegio.
Segùn los historiadores el lugar tiene origen árabe. Fue, según la leyenda, matadero de animales, venta de aves y plaza comercial. El entorno urbano y el nombre original de las calles adyacentes, Bordadores, Corregeria, Tundidores, Tapinería, Zurradores, da fe de la actividad de ese lugar.
Al final, el Ayuntamiento de Valencia, en 1839, acordó la construccion de una plaza de nueva planta. Fue el arquitecto Salvador Escrig, miembro de ola Academia de Bellas Artes de San Carlos, quien proyectó la plaza circular, calificada por la historiadora Trinidad Simó como "una de las intervenciones urbanas del siglo diecinueve más originales, acertadas e interesantes".
Para cualquier persona que haya vivido, al menos medio siglo en esta ciudad, la Plaça Redona, era el lugar de asueto familiar de cada domingo, un sitio donde, alrededor de los puestos de ropa popular y cerámicas y recuerdos de la ciudad, se vendian pajaritos, libros de viejo, sellos y hasta artesanias originales subsaharianas.
La plaza, ahora, remodelada por el estudio Vetges-Tu i Mediterránia, ha recuperado prestancia y calidez. Tiene el color ocre de origen, los nobles herrajes del ayer y unas puertas de madera dignas del lugar.
Que mejor metáfora, para iniciar un blog, que referirse a un espacio del pasado, un lugar circular, una plaza redonda lugar de encuentro de lugareños y foráneos, donde cada fin de semana encuentras un tebeo antiguo, un libro agotado, un disco perdido, unos sellos, un jilguero o , por qué no, la máscara africana del Golfo de Guinea que, en su dia, descubrió Michel Leiris, fotografió Pierre Verger o inspiró a Picasso.
En un mundo de plazas renacentistas, barrocas o pletóricas de árboles, bien vae la pena tener una Plaça Redona.
Si las obras llegan a buen término, los módulos salen de fábrica y el paraguas polícromo se instala, pronto, la Plaça Redona de Valencia tendrá un nuevo perfil.
Para los ciudadanos, turistas y visitantes de esta urbe, la remodelación de una de las plazas más populares de esta capital, ha sido una bocanada de aire fresco y un ejemplo de las posibilidades de restauración de una ciudad mediterránea.
Si se puede hablar de señas de identidad del casco urbano de la capital valenciana el ejemplo de la Plaça Redona ocupa un lugar de privilegio.
Segùn los historiadores el lugar tiene origen árabe. Fue, según la leyenda, matadero de animales, venta de aves y plaza comercial. El entorno urbano y el nombre original de las calles adyacentes, Bordadores, Corregeria, Tundidores, Tapinería, Zurradores, da fe de la actividad de ese lugar.
Al final, el Ayuntamiento de Valencia, en 1839, acordó la construccion de una plaza de nueva planta. Fue el arquitecto Salvador Escrig, miembro de ola Academia de Bellas Artes de San Carlos, quien proyectó la plaza circular, calificada por la historiadora Trinidad Simó como "una de las intervenciones urbanas del siglo diecinueve más originales, acertadas e interesantes".
Para cualquier persona que haya vivido, al menos medio siglo en esta ciudad, la Plaça Redona, era el lugar de asueto familiar de cada domingo, un sitio donde, alrededor de los puestos de ropa popular y cerámicas y recuerdos de la ciudad, se vendian pajaritos, libros de viejo, sellos y hasta artesanias originales subsaharianas.
La plaza, ahora, remodelada por el estudio Vetges-Tu i Mediterránia, ha recuperado prestancia y calidez. Tiene el color ocre de origen, los nobles herrajes del ayer y unas puertas de madera dignas del lugar.
Que mejor metáfora, para iniciar un blog, que referirse a un espacio del pasado, un lugar circular, una plaza redonda lugar de encuentro de lugareños y foráneos, donde cada fin de semana encuentras un tebeo antiguo, un libro agotado, un disco perdido, unos sellos, un jilguero o , por qué no, la máscara africana del Golfo de Guinea que, en su dia, descubrió Michel Leiris, fotografió Pierre Verger o inspiró a Picasso.
En un mundo de plazas renacentistas, barrocas o pletóricas de árboles, bien vae la pena tener una Plaça Redona.
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